El aislamiento térmico tiene un importante papel en la mejora de la eficiencia energética y el ahorro energético, de forma que implementando determinados sistemas constructivos se puede conseguir hasta más de un 50% de ahorro en el gasto de energía eléctrica.
Más de un 50% de ahorro energético
La instalación de paneles aislantes no solo contribuye a una importante reducción del gasto y a mejorar el confort interior, sino que también protegen del ruido ya que a los aislantes térmicos les suele acompañar la propiedad de ser aislantes acústicos.
Además, si le otorgamos una visión más amplia, el aislamiento térmico también reduce las emisiones de CO2 de las instalaciones, por lo que contribuiría a evitar un mayor impacto en el medio ambiente.
Es muy importante añadir, que aunque el aislamiento térmico en fachadas sea la forma más común de mejorar el ahorro energético de cualquier edificio, también es necesario aislar adecuadamente techos y suelos, así como elegir ventanas y puertas con un nivel adecuado de aislamiento térmico.
Otra recomendación sería evitar los puentes térmicos en las zonas de encuentros entre elementos constructivos que puedan suponer un desequilibrio de temperatura con el interior. Se recomienda impermeabilizar y preservar la estanqueidad al agua en las zonas más sensibles, como las cubiertas, jardines, cocinas, fosos de ascensores, sótanos o fachadas, etc.
Los datos nos muestran que el aislamiento es el único material de la obra que se amortiza por el ahorro económico que proporciona.
Según IDAE:
Una rehabilitación térmica media, considerando el coste total de la obra y del aislamiento, se puede amortizar en 5-7 años. Considerando la larga vida media del aislamiento, se podrá ahorrar en ese periodo de 8 a 9 veces más de lo que costó toda la rehabilitación.
Los tipos de aislantes térmicos más usuales para optimizar el ahorro energético son paneles de lana mineral o espuma de poliuretano, planchas de poliestireno expandido o extruido, etc.
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